En el principio de los años noventa, el Padre Gabriel se dio cuenta que para llegar a un cambio en la sociedad era necesario apuntar a la formación de los jóvenes. Recibió entonces en su casa a jóvenes con dificultades y los sostuvo durante sus estudios ya que no tenían otro medio para ir a la universidad. Hoy varios jóvenes argentinos se recibieron gracias a esta ayuda.